Un altar dedicado a San Juan Bautista Scalabrini, patrono de los migrantes, fue dispuesto en el salón parroquial de la Iglesia de San Lucas, el 10 de octubre.
Obispo Burns festejó junto a la comunidad de San Lucas, la canonización de Juan Bautista Scalabrini.
Por Violeta Rocha
Especial para Revista Católica Dallas
IRVING—Admirando la fotografía de la orden escalabriniana que sirve en la parroquia de San Lucas en Irving, Arturo Rodríguez, repasaba recientemente, recuerdos de casi dos décadas como feligrés en esa comunidad multicultural, al oeste de Dallas.
Sus memorias se mezclaban con un sentimiento de profunda alegría, por la canonización, el 9 de octubre pasado, del fundador de la orden, el obispo Juan Bautista Scalabrini, patrono de los migrantes.
Rodríguez, oriundo de San Luis Potosí, México, participó con gozo de la Misa especial oficiada en San Lucas el 10 de octubre, por el obispo Edward J. Burns, con motivo de la canonización recibida en el mundo como un abrazo a todos los migrantes y a quienes los sirven en la Iglesia.
“Este día es una gran bendición”, dijo Rodríguez que sirve como proclamador de la Palabra. “Me siento muy agradecido con Dios por todos estos pastores de su rebaño que nos manda”, agregó.
“La comunidad de San Lucas es muy grande y trabajamos unidos para el bien de nuestras familias. Los sacerdotes nos ayudan a vivir nuestra fe de la mejor manera. Eso es lo que Dios quiere, que nos veamos como hermanos sin distinción de raza”, agregó.
Scalabrini nació en Fino Mornasco (Italia) el 8 de julio de 1839 y fundó las Congregaciones de los Misioneros y Misioneras de San Carlos Borromeo, con la misión específica de servir a los migrantes.
El Papa Francisco dispensó el segundo milagro necesario para la canonización, una decisión que contó con los votos favorables de los cardenales y obispos de la Congregación para las Causas de los Santos.
Las instituciones Scalabrinianas mantienen vivo el carisma de atención a los migrantes. Los Misioneros de San Carlo Borromeo son cerca de 600 sacerdotes presentes en mas de 30 países. En la parroquia de San Lucas en Irving, sirven desde hace mas de 15 años.
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